Hay personas que te transforman. Hay mujeres que aparecen en tu vida y de repente abren una puerta llena de luz y sensaciones ante las cuales es imposible no tomar la deliberada decisión de rendirse.
A veces te das cuenta de cuánto te ha influido alguien cuando esa persona se aleja de ti, y a veces no lo valoras hasta que la vida te ofrece una perspectiva más distante y amplia.
Pero con esta persona de la que os voy a hablar en este post, por suerte me he dado cuenta enseguida y todavía está a mi lado.
Voy a hablaros de Viktoria, de mi evolución sexual, de la atracción creciente que siento por las mujeres y de mis avances en la libertad con que comparto mi afecto y sexo.
Desde la primera vez que vi la página web de Viktoria sentí una clara atracción hacia ella y un gran deseo de conocerla, y desde la primera cita que tuvimos me di cuenta de que nuestra relación sería una interesante historia de esas que no deseas que terminen nunca.
Pero permitidme ir un poco atrás. Primero apareció Mar, mi queridísima Mar. Con ella tuve sexo por primera vez con una mujer y empecé a romper muchos de mis esquemas sobre mi deseo sexual, pero en ese momento estaba yo realmente muy verde y bloqueada con el tema. Con ella rompí algunos de mis esquemas sobre mi bisexualidad y descubrí lo fascinante que es besar a una mujer e intimar con ella. Pero todavía me faltaba camino por recorrer.
Luego llegó Lana, un torbellino de energía fresca y diversión con la que compartí experiencias de lo más excitantes. Con ella y otras chicas que iban apareciendo en mi escena laboral, empecé a relajarme y pude determinar sin bloqueos que yo era profundamente bisexual.
Con Mar y con Lana descubrí que uno de los mejores inventos del mundo –después del destornillador eléctrico- es el strap-on, y que compartiendo sexo con mujeres podía conseguir sensaciones parecidas a las que tengo después de hacer una sesión intensa de meditación. Así mido yo mi gozo. Cuando algo hace que deje de pensar, me olvide del mundo entero y pierda completamente la noción del tiempo y el espacio, quiere decir que eso afecta enormemente a mi bienestar, y por lo tanto, a ello me agarro.
Y así de agarrada estoy a Victoria, una bellísima persona que ha llegado a mi vida justo cuando empezaba a preguntarme si podría enamorarme nunca de una persona de mi mismo género, pues esto no me había sucedido nunca.
Bueno, mis preguntas y cavilaciones son más complejas, pero mejor simplifico y si alguna persona desea saber más, lo guardamos para debatir en alguna de nuestras citas con una copa de vino.
Digamos que ya no le tengo miedo al sexo con personas de otros géneros que no son el que a mí se me ha asignado, y a partir de ahí me relaciono con mucha más libertad que hace cuatro años con todo el mundo, y no solamente a nivel sexual sino a nivel personal y afectivo.
Y miro a Viktoria y pienso que como me descuide, me enamoro. Y me encanta esa sensación de vértigo, libertad e intriga que me hacen estar más viva que nunca.