Me maravillan los procesos de construcción de mis fantasías eróticas, sobretodo cuando logran arrastarme a una excitación que se apodera por completo de mí.

De repente, he intercambiado unos mensajes con Dewi y se desencadena un sigiloso mecanismo que hace que acabe teniendo el orgasmo más largo y grande que nunca he tenido sola. Entonces me paro y pienso ¿cómo lo ha hecho? ¿cómo he llegado yo hasta aquí? ¿cómo puede un tipo llevarme hasta el limbo sin tocarme? El análisis está servido, pues no puedo evitar querer encontrar la fórmula para volver a retorcerme de placer como lo he hecho hoy.

Me van las pajas mentales también, lo reconozco. Los que me conocéis o me habéis leído sabéis que desenmarañar los intrincados hilos de los laberintos mentales y emocionales me pirra.

Mi orgasmo de hoy ha sido explosivo pero extenso, pues mi cuerpo se ha envuelto de espasmos que parecía que no iban a cesar nunca. He tenido que ahogar un grito de fiera porque en la habitación de al lado había alguien, pero si no lo hubiera hecho, el mundo entero se hubiera dado cuenta de que me estaba corriendo. Hubiera salido en los periódicos, seguro, con un titular que diría algo así como “Leona en celo desencadena el pánico en un tranquilo pueblo de las cercanías de Barcelona”.

Miro atrás entonces y analizo. Dewi casi ni me ha tocado, y nos conocemos poco. Hemos tenido una relación muy virtual, con una dosis de realidad mínima, mucho whatsapp, mucha creatividad por ambas partes a la hora de imaginar lo que nos haríamos el uno al otro y demasiada rienda suelta a nuestro arte al convertir en un ritual el eterno flirteo. Un cortejo que ha durado tres semanas porque la vida nos ha ido poniendo palos en la rueda, pero que justo por eso, hemos alimentado sin mesura. Y eso ha sido nuestra relación, el ir llenando un saco que este mediodía ha estallado porque estaba a reventar. Lo bonito hubiera sido hacerlo estallar juntos, sí, pero el universo ha hecho caso omiso a mis oraciones y no se han alineado los astros para que mi principe azul viniera a aliviarme la calentura que él mismo ha encendido.

Yo llevaba unas cuantas semanas con un cierto desencanto con mis clímax, eso ha influido bastante. Eran clímax un tanto insípidos y rutinarios, pues me estaba masturbando ya solamente para relajarme o para no perder la costumbre. A veces la mano se me desliza sola hacia la cueva que esconden mis bragas, y una vez allí puedo estar un buen rato acariciándome sin ir a ninguna parte. No hay color, necesito un motor que estimule mis sentidos y los conecte con mi mano, mi sexo y mi ser entero, y los videos porno solo me sirven a temporadas.

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Una fantasía tiene el poder de ser lo que yo quiera, es una película hecha a medida, un montón de elementos clave que si los junto y los hago evolucionar a mi manera, me acaban llevando a la luz del final del túnel. Pero a veces, construir fantasías únicamente con elementos imaginarios no es suficiente, pues hace falta una cantidad mínima de algún elemento real que le de credibilidad. Y ese elemento ha sido Dewi, y menudo elemento! pues se ha ido abriendo camino subrepticiamente por los rincones de mi imaginación y se ha convertido en el protagonista de mi ficción erótica.

Conocí a Dewi en un club de swingers, una noche en que yo me decidí a descubrir esos terrenos entonces desconocidos. Yo estaba sola y un poco atemorizada, pues no tenía ni idea de los protocolos de actuación en estos lugares, y encontrarlo conversando en la barra me tranquilizo bastante. Me puso al día en cinco minutos de cómo debía desenvolverme para triunfar, pero no se prestó a acompañarme, pues iba con su mujer y ya llevaban demasiado trote esa noche. Al rato de intercambiar pocas palabras, yo ya estaba enredada entre tres parejas y él salía de la sala para marcharse a casa, pero no tardó en encontrarme por el facebook y mantuvimos el contacto.

Al principio me hizo de protector e informador para que yo siguiera mis exploraciones perversas, y entre pitos y flautas llegamos a lo típico, que si mensajito de buenos días, que si mensajito de buenas noches, que cómo has dormido, que cómo te fue ayer en esa fiesta…y bla bla bla. Y entre bla bla bla encendíamos a veces las conversaciones un poco, pero nada, dándole solamente lo que parecían pinceladitas traviesas, un poco de salsa que dirían algunos, hasta que hoy por la mañana hemos cogido la brocha gorda y hemos empezado a pintar de rojo pasión nuestros mensajes. Sentada en una terracita con mi café matutino, escuchando los pajaritos y viendo pasar a los abueletes, me encontrado que me costaba hasta respirar de lo caliente que estaba, pues el efecto de los mensajes ha sido infalible.

He intentado seguir con mis quehaceres, pues tenía una buena lista de cosas por resolver y normalmente me funciona el poner una barrera al descontrol, pero cada minuto que pasaba  me daba más cuenta de que ya no había marcha atrás. Entre las coliflores del mercado veía cuerdas con las que quería atar a Dewi, sonaba el móvil y rezaba para que fuera un mensaje más suyo (diciéndome que ya venía), me sentaba delante del ordenador y me quedaba mirando la pantalla totalmente en blanco, luego el teclado, luego el ventilador…etc

Hasta que me he rendido, he cogido mi dildo y he decidido apagar tanta distracción. Y allí en la cama, contaba con que sería una masturbación como siempre, con su presentación, nudo y desenlace. Pero poco a poco, he alimentado tanto la historia, que hasta he traído a mi lado a Dewi, lo he sustituido por el dildo, y casi lo he podido escuchar jadeando mientras me penetraba. Ha desaparecido el mundo entero y mi excitación ha ido creciendo tanto que hasta me he asustado. Han empezado mis temblores y he hecho todo lo posible por no correrme hasta no poder más. Y tela marinera, señores, qué forma de correrme!

Luego, hechizada por completo, me he quedado mirando el techo y me ha costado bastante reaccionar. Me daba miedo la fuerza que puede llegar a tener una historia que nunca ha sucedido y el poder que puede desarrollar alguien a quien seguramente nunca tocaré.

Dewi ha pasado por mi vida fugazmente para mostrarme el poder de mi mente y para que me de cuenta de cuan conectada está a mi coño, pero tambien para enseñarme a medir cuan grandes quiero construir mis fantasías, ya que una puede quedarse colgada de ellas.

La tierra sigue girando y supongo que si mañana voy al mercado veré coliflores.

15 de Julio del 2015

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